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lunes, 16 de junio de 2014

Disputa entre griegos y romanos del Arcipreste de Hita

El personaje histórico

"Yo, Johan Ruiz, el sobredicho arçipreste de Hita"
 
Los datos sobre la vida y personalidad de Juan Ruiz son bastantes escasos y se conocen sólo gracias a su obra. Sin embargo, debido a lo poco que se sabe de su vida y a la forma autobiográfica en que está escrita la obra, hacen que existan diversas opiniones sobre algunos aspectos de su vida y su obra; desde que el propio nombre del autor se trate de un seudónimo.

 Disputa entre griegos y romanos del Arcipreste de Hita

De cómo todo hombre debe estar alegre
aún en medio de sus preocupaciones;
la disputa entre griegos y romanos
Es palabra de sabio y lo dice Catón:
el hombre siempre guarda pena en su corazón;
mezcle a ella placeres y alegre la razón,
que la mucha tristeza es del pecado ocasión.
Como de lo sensato no puede el hombre reír,
es necesaria la burla si se quiere divertir:
cada vez que las oigas no quieras tú fingir
mal gesto, que no es malo lo que voy a decir.
Entiende bien mis dichos, medita la sentencia;
no me ocurra contigo como al doctor de Grecia
con el patán de Roma y su poca sapiencia
cuando Roma pidió a Grecia su gran ciencia.
Así ocurrió que Roma de leyes carecía;
se las pidió a Grecia, que buenas las tenía.
Respondieron los griegos que no las merecía
ni habrían de entenderlas, ya que nada sabían.
Pero, si las quería para de ellas usar,
con los sabios de Grecia debería tratar,
mostrar si las comprenden y merecen lograr;
esta respuesta hermosa daban por excusar [se].
Los romanos mostraron en seguida su agrado;
la disputa aceptaron en contrato firmado
mas, como no entendían idioma desusado,
pidieron dialogar por señas de letrado.
Fijaron una fecha para ir a contender;
los romanos se afligen, no sabiendo qué hacer,
pues, al no ser letrados, no podrán entender
a los griegos doctores y su mucho saber.
Estando en esta angustia, sugirió un ciudadano
tomar para el certamen a un bellaco romano
que, como Dios quisiera, señales con la mano
hiciese en la disputa, y fue consejo sano.
A un gran bellaco astuto se apresuran a ir
y le dicen: «Con Grecia hemos de discutir;
por disputar por señas, lo que quieras pedir
te daremos, si sabes de este trance salir».
Le vistieron de muy ricos paños de gran valía
cual si fuese doctor en la filosofía.
Dijo desde un asiento, con fanfarronería:
«Ya pueden venir griegos con su sabiduría».
Entonces llegó un griego, doctor muy esmerado,
famoso entre los griegos, entre todos elogiado;
subió en otro asiento, todo el pueblo juntado.
Comenzaron sus señas, como era lo tratado.
El griego, reposado, se levantó a mostrar
un dedo, el que tenemos más cerca del pulgar,
y luego se sentó en el mismo lugar.
Se levantó el vago, frunce el ceño al mirar.
Mostró luego tres dedos hacia el griego tendidos,
el pulgar y otros dos con aquel recogidos
a manera de arpón, los otros encogidos.
Se sentó luego el necio, mirando sus vestidos.
Se levantó el griego, tendió la palma llana
y se volvió a sentar, tranquila su alma sana;
se levantó el bellaco con fantasía vana,
mostró el puño cerrado, de pelea con gana.
Ante todos los suyos opina el sabio griego:
«Merecen los romanos la ley, no se la niego».
Se levantaron todos con paz y con sosiego,
¡gran honra tuvo Roma por un vil andariego!
Preguntaron al griego qué fue lo discutido
y lo que aquel romano le había respondido:
«Afirmé que hay un Dios y el romano entendido
tres en uno, me dijo, con su signo seguido.
«Yo: que en la mano tiene todo a su voluntad;
él: que domina el mundo su poder, y es verdad.
Si saben comprender la Santa Trinidad,
de las leyes merecen tener seguridad».
Preguntan al bellaco por su interpretación:
«Echarme un ojo fuera, tal era su intención
al enseñar un dedo, y con indignación
le respondí airado, con determinación,
que yo le quebraría delante de las gentes,
con dos dedos los ojos, con el pulgar los dientes.
Dijo él que si yo no le paraba mientes,
a palmadas pondría mis orejas calientes.
Entonces hice seña de darle una puñada
que ni en toda su vida la vería vengada;
cuando vio la pelea tan mal aparejada
no siguió amenazando a quien no teme de nada».

 Sigue el  enlace para realizar la actividad: 
http://catedu.es/IESLiteratura/segundo%20ciclo/quiz/griegos_romanos.htm

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